viernes, 19 de septiembre de 2014

La margarita escocesa


Parece que la cosa del referéndum no les ha ido mal a los escoceses por encima del resultado que, en este caso, no era lo de menos.

Si el punto de partida fue la demanda escocesa de más autonomía para construir un estado más social y el ansia de independencia no obedece sino a un órdago de Cameron tipo  o todo o nada, o conmigo o sin mi (todos los jefes tienen una cosa de p'a chulo yo que toca mucho las narices), el engendro, insisto, no ha salido mal, porque el chulo  de la city se la ha tenido que envainar y ofrecer una solución más o menos federalista que tendrá que deglutir con chips & fish también para Belfast y Gales, así que han ganado los del no (a los que Cameron igual de como el culo que a los del sí) porque (voto del miedo aparte, que cuando los ingleses y los europeos se ponen asustan al más aguerrido Bravehearth) han sacado un 10% más de votos, han ganado los del sí porque han logrado el punto de partida de sus reivindicaciones y hasta los del miedo han ganado, porque pese al acojone económico y geopolítico, el resultado es el de la tercera vía.

Me gustaría que, con el referéndum de Escocia ganásemos todos: derecho a decidir libre y sin miedo y más federalismo (Español, Europeo y lo que haga falta), que los nacionalismos siempre han sido conservadores y reaccionarios (aunque se disfracen de cabezudos y perroflautas) y los avances del personal de a pie se han construido a base de lucha e internacionalismo.

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